Camino,
rodeado por niebla,
oscurecido por la sombra del mundo.
Veo,
pero sin claridad,
sin color, sin resplandor, sin agudeza.
Siento,
aunque siempre entumecido,
superado por tinieblas aplastantes.
Estoy,
y aún no estoy,
nada más que silueta, que fantasma.
Suspiro,
cerrando los ojos,
abriendo, en lugar de ellos, el alma.
Sueño,
viendo allá algo nuevo,
algo diferente, poderoso, y real.
Creo,
en todo lo que antes no sabía,
en la verdad, en la vida, y en la luz.
Soy,
liberado de lo oscuro,
rodeado ahora por lo glorioso, lo radiante.